26 ABRIL 2025
La última homilía del papa Francisco con ocasión del Domingo de Pascua,
leída por el Cardenal Angelo Comastri.
María Magdalena, al ver que la piedra del
sepulcro había sido retirada, salió corriendo para avisárselo a Pedro y a Juan.
También los dos discípulos, al recibir la desconcertante noticia, salieron y
—dice el Evangelio— «corrían los dos juntos» (Jn 20,4). ¡Todos los
protagonistas de los relatos pascuales corren! Y este “correr” expresa, por un
lado, la preocupación de que se hubieran llevado el cuerpo del Señor; pero, por
otro lado, la carrera de la Magdalena, de Pedro y de Juan manifiesta el deseo,
el impulso del corazón, la actitud interior de quien se pone en búsqueda de
Jesús. Él, de hecho, ha resucitado de entre los muertos y, por eso, ya no está
en el sepulcro. Hay que buscarlo en otra parte.
Este es el anuncio de la Pascua: hay que
buscarlo en otra parte. ¡Cristo ha resucitado, está vivo! La muerte no lo ha
podido retener, ya no está envuelto en el sudario, y por tanto no se le puede
encerrar en una bonita historia que contar, no se le puede reducir a un héroe
del pasado ni pensar en Él como una estatua colocada en la sala de un museo. Al
contrario, hay que buscarlo, y por eso no podemos quedarnos inmóviles. Debemos
ponernos en movimiento, salir a buscarlo: buscarlo en la vida, buscarlo en el rostro
de los hermanos, buscarlo en lo cotidiano, buscarlo en todas partes menos en
aquel sepulcro.
Buscarlo siempre. Porque si ha resucitado
de entre los muertos, entonces Él está presente en todas partes, habita entre
nosotros, se esconde y se revela también hoy en las hermanas y los hermanos que
encontramos en el camino, en las situaciones más anónimas e imprevisibles de
nuestra vida. Él está vivo y permanece siempre con nosotros, llorando las
lágrimas de quien sufre y multiplicando la belleza de la vida en los pequeños
gestos de amor de cada uno de nosotros.
Por eso la fe pascual, que nos abre al
encuentro con el Señor Resucitado y nos dispone a acogerlo en nuestra vida,
está lejos de ser una solución estática o un instalarse tranquilamente en
alguna seguridad religiosa. Por el contrario, la Pascua nos impulsa al
movimiento, nos empuja a correr como María Magdalena y como los discípulos; nos
invita a tener ojos capaces de “ver más allá”, para descubrir a Jesús, el
Viviente, como el Dios que se revela y que también hoy se hace presente, nos
habla, nos precede y nos sorprende. Como María Magdalena, cada día podemos
sentir que hemos perdido al Señor, pero cada día podemos correr a buscarlo de
nuevo, sabiendo con seguridad que Él se deja encontrar y nos ilumina con la luz
de su resurrección.
Hermanos y hermanas, esta es la esperanza
más grande de nuestra vida: podemos vivir esta existencia pobre, frágil y
herida, aferrados a Cristo, porque Él ha vencido a la muerte, vence nuestras
oscuridades y vencerá las tinieblas del mundo, para hacernos vivir con Él en la
alegría, para siempre. Hacia esa meta, como dice el apóstol Pablo, también
nosotros corremos, olvidando lo que se queda a nuestras espaldas y
proyectándonos hacia lo que está por delante (cf. Flp 3,12-14). Apresurémonos,
pues, a salir al encuentro de Cristo, con el paso ágil de la Magdalena, de
Pedro y de Juan.
El Jubileo nos llama a renovar en
nosotros el don de esta esperanza, a sumergir en ella nuestros sufrimientos e
inquietudes, a contagiar con ella a quienes encontramos en el camino, a
confiarle a esta esperanza el futuro de nuestra vida y el destino de la
humanidad. Y por eso no podemos aparcar el corazón en las ilusiones de este
mundo ni encerrarlo en la tristeza; debemos correr, llenos de alegría. Corramos
al encuentro de Jesús, redescubramos la gracia inestimable de ser sus amigos.
Dejemos que su Palabra de vida y de verdad ilumine nuestro camino. Como dijo el
gran teólogo Henri de Lubac, «debe bastarnos con comprender esto: el
cristianismo es Cristo. No es, en verdad, otra cosa. En Jesucristo lo tenemos
todo» (Las responsabilidades doctrinales de los católicos en el mundo de hoy,
Madrid 2022, 254).
Y este “todo”, que es Cristo resucitado,
abre nuestra vida a la esperanza. Él está vivo, Él quiere renovar también hoy
nuestra vida. A Él, vencedor del pecado y de la muerte, le queremos decir:
“Señor, en la fiesta que hoy celebramos te pedimos este don: que también nosotros seamos nuevos para vivir esta perenne novedad. Límpianos, oh Dios, del polvo triste de la costumbre, del cansancio y del desencanto; danos la alegría de despertarnos, cada mañana, con ojos asombrados al ver los colores inéditos de ese amanecer, único y distinto a todos los demás. […] Todo es nuevo, Señor, y nada se repite, nada es viejo”
(cf. A. Zarri, Quasi una preghiera).
Hermanas, hermanos, en
el asombro de la fe pascual, llevando en el corazón toda esperanza de paz y de
liberación, podemos decir: contigo, Señor, todo es nuevo. Contigo, todo
comienza de nuevo.
Papa Francisco
(17/12/1936 - 21/04/2025)
Papa de la Iglesia católica
Primer papa no europeo en más de 1.000 años
Padres: Mario Bergoglio y Regina María Sívori
Ordenación: 13 de diciembre de 1969
Nombre secular: Jorge Mario Bergoglio
Nombre religioso: Francisco
Familia
Hijo de un empleado ferroviario de origen piamontés, Mario
Bergoglio, y de Regina María Sívori, ama de casa. Tuvo cuatro hermanos. Su
padre emigró a Argentina desde la región italiana de Piamonte.
Estudios
Asistió durante su infancia al colegio salesiano Wilfrid
Barón de los Santos Ángeles de la localidad de Ramos Mejía.
Sacerdote jesuita
Trabajó limpiando el suelo de una floristería y como portero
de discoteca. A los veintiún años decidió convertirse en sacerdote. El 11 de
marzo de 1958 se unió al noviciado de la Compañía de Jesús,
ingresando en el seminario del barrio Villa Devoto.
Profesor
Obtuvo una licenciatura en Filosofía y
estudió Humanidades en Chile. Entre 1964 y 1965 fue profesor
de Literatura y Psicología en el Colegio de
la Inmaculada Concepción de Santa Fe, para posteriormente decantarse por
la Teología en el colegio San José, en San Miguel.
Ordenación
Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969.
Desde entonces realizó una larga carrera dentro de la orden, de la cual llegó a
ser «provincial» desde 1973 hasta 1979, durante la dictadura militar argentina.
Obispo y cardenal
Fue consagrado obispo titular de Auca el 20 de
mayo de 1992, para ejercer como uno de los cuatro obispos auxiliares de Buenos
Aires. Posteriormente fue obispo coadjutor de la misma el 3 de junio de 1997.
Recibió el cargo de arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero
de 1998. Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el papa Juan
Pablo II le nombró cardenal del título de san Roberto
Belarmino. Además, es primado de la Argentina.
Papa
Tras al menos cuatro votaciones en un cónclave que duró 25
horas y media, los 115 cardenales electores inclinaron la votación a su favor y
el 13 de marzo de 2013 fue elegido el Papa 266. Se
impuso el nombre de Francisco en memoria de San
Francisco de Asís.
«Antes de dar la bendición os pido un favor, que pidáis al Señor la bendición para su obispo.
Hagamos en silencio esta oración vuestra por mí».
Jorge Mario Bergoglio
Premio Carlomagno 2016
El 23 de diciembre de 2015, se anunció que el papa Francisco
recibiría el Premio Carlomagno 2016 por su especial contribución a la unidad
europea. "En estos tiempos, en los que muchos ciudadanos y ciudadanas de
Europa buscan orientación, Su Santidad el papa Francisco ofrece un mensaje de
esperanza y de aliento", señaló la organización.
El Papa Francisco falleció en la Ciudad del Vaticano, el lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años, tras una larga hospitalización de 38 días en el Gemelli de Roma por una enfermedad pulmonar crónica, recibiendo oxígeno, y dos semanas de convalecencia en su residencia.
Jorge Mario Bergoglio
Cronología
1936
Nace el 17 de diciembre en Buenos Aires,
Argentina. Hijo de padres inmigrantes italianos.
1957
Contrae una neumonía severa, es
intervenido y le extirpan parte del pulmón derecho.
1958
Se une al noviciado de la Compañía de
Jesús, ingresando en el seminario del barrio Villa Devoto.
El 12 de marzo toma los primeros votos
como jesuita.
1961-1963
Estudia filosofía en el Seminario San
Miguel, Buenos Aires.
1964-1966
Enseña literatura y psicología en la
escuela secundaria jesuita de Santa Fe.
Da clases de Teología en el colegio San José, en San Miguel.
1967-1970
Estudia teología en el seminario de San
Miguel.
1969
El 13 de diciembre es ordenado sacerdote.
1970-1971
Realiza el tercer período de prueba de
formación jesuita, en Alcalá de Henares, España.
1971-1973
Sirve como maestro de novicios y
vicecanciller, seminario de San Miguel.
1973
Toma profesión perpetua como jesuita.
1973-1979
Se desempeña como superior de la
provincia jesuita de Argentina y Uruguay.
1979-1985
Es rector del Colegio Máximo y profesor
de Teología.
1986
Viaja a Alemania para finalizar su tesis
doctoral.
1992
Es ordenado obispo titular de Auca, para
ejercer como uno de los cuatro obispos auxiliares de Buenos Aires.
1997
Es nombrado arzobispo coadjutor.
1998
El 28 de febrero se convierte en
arzobispo de Buenos Aires, sucediendo a Antonio Quarracino.
2001
Copreside el Sínodo de los Obispos.
El 21 de febrero es elevado a cardenal por el papa Juan Pablo II, con el título de San Roberto Belarmino.
2005
Recibe el segundo mayor número de votos
en el cónclave que eligió al Cardenal Joseph Ratzinger como Papa.
2005-2011
Se desempeña como presidente de la
Conferencia Episcopal Argentina.
2013
El 13 de marzo, en un cónclave que duró
25 horas y media, y dos fumatas negras, es elegido sucesor de Benedicto XVI.
2014
Nominado para el Premio Nobel de la Paz.
2025
Fallece en la Ciudad del Vaticano, el
lunes 21 de abril, a los 88 años, tras una larga hospitalización de 38 días en
el Gemelli de Roma por una enfermedad pulmonar crónica, recibiendo oxígeno, y
dos semanas de convalecencia en su residencia.