Nuestro asociado Fermín Madrazo nos remite un artículo en el que recuerda un hecho acaecido en el tiempo de sus estudios escolares en La Salle. Por lo curioso y singular que resulta, lo publicamos en este blog para conocimiento de todos y de paso para refrescarnos la memoria. Muchas gracias Fermín por tu colaboración al blog.
EL DÍA QUE
SE HIZO NOCHE CERRADA A MEDIA MAÑANA
Cuando yo era adolescente viví en Santander un
fenómeno meteorológico que nunca se me ha olvidado. Al comentarlo con
familiares y amigos, también ellos lo recuerdan perfectamente. Un día de
invierno, a media mañana, se hizo noche cerrada. Sé que estaba en el colegio,
pero ignoraba la fecha en que ocurrió.
Así que, como por mi formación académica y mi vida
profesional, sigo el lema de “frente a las opiniones, datos”, me puse a buscar
éstos. No fue fácil, pero al cabo de un tiempo encontré un boletín del Instituto
Nacional de Meteorología, cuyo texto transcribo a continuación:
“10 de marzo de 1955
A principios
de marzo, Cantabria sufre un intenso temporal de nieve que deja la provincia
aislada del resto del país, con las comunicaciones interrumpidas por carretera,
trenes atascados por la nieve en la zona de Mataporquera, servicios colapsados
en Campóo, donde en Reinosa la nieve supera el metro de espesor, y con una
situación parecida en la zona occidental, Polaciones, Liébana, etc.
En Santander
nieva durante cuatro días seguidos entre el siete y el diez de marzo, cuajando
la nieve y permaneciendo sobre el suelo de la capital durante esos cuatro días.
Este último día se produce el extraño fenómeno de un oscurecimiento casi total
de la luz del sol durante la mañana y que dura varios minutos, provocando la
alarma entre los vecinos. Las tormentas que descargan sobre la ciudad hacen que
el sol se oscurezca; así, a las once menos dos minutos, se ensombrece
repentinamente el cielo y se hace noche cerrada. La oscuridad persiste hasta
las once y ocho minutos. A las once y media se reproduce otra vez el fenómeno
durante unos quince minutos. Mientras tanto, nieva y graniza sin interrupción,
la ciudad está colapsada al igual que toda la provincia, que sufre desde el
domingo día seis un gran temporal de nieve.
También se
producen eclipses de sol en una amplia zona de la costa e incluso el interior
de la región (Santoña, Comillas, Torrelavega, Cabezón de la Sal...)”
Así
que, en efecto, el fenómeno meteorológico ocurrió y se produjo el jueves 10 de
marzo de 1955. Yo tenía entonces doce años y estudiaba tercer curso de
bachillerato en el Colegio La Salle de Santander.
Para
comprobar si la prensa local había informado del hecho, acudí a la hemeroteca
municipal y pedí los periódicos del día 11 de marzo de aquel año. Y tanto El Diario Montañés como Alerta publicaban la noticia, con
grandes titulares, en primera página.
TITULAR DE ALERTA
(11 DE MARZO DE 1955)
Un
extrañísimo fenómeno meteorológico en Santander
Tres cuartos de hora del
mediodía de ayer de noche cerrada en nuestra ciudad y parte de la provincia
Según el parte meteorológico continuará hoy la misma invasión
de aire frío en el Norte
TITULAR DE EL DIARIO MONTAÑÉS
(11 DE MARZO DE 1955)
Noche
cerrada a mediodía y crepúsculo casi toda la mañana
Densas nubes, con
cristales de nieve, produjeron los efectos de un eclipse total, por tres veces,
durante el día de ayer
Así nos explica el fenómeno el director del Observatorio
Meteorológico
La información de El Diario Montañés era la siguiente:
“Todos se hacen la misma pregunta. ¿Qué ha ocurrido? La ciudad,
ayer por la mañana, vivía, con curiosidad, impaciencia y hasta con miedo, ante
los fenómenos que iban ocurriendo. Los comentarios fueron de todos los gustos.
Desde el mercado de abastos a la oficina, a la fábrica o al comercio, rodaba
idéntica preocupación: ¿Qué ocurre? ¿Qué va a suceder?
A tono con la cultura de las gentes, llovían las explicaciones.
Había quienes achacaban lo que ocurría a la presencia en nuestro cielo de una
masa radioactiva arrastrada por el temporal desde algún lugar de experimentación
de bombas nucleares. Pero casi todo el mundo coincidía en que era la primera
vez que se veía un acontecimiento de esta clase. ¡No hay anunciado ningún eclipse
de sol, ni total ni parcial! comentaba la gente.
Noche cerrada al mediodía. El caso fue que el
cielo, enfundado en sus grises bufandas, como previniéndose contra el frío
según tiene por costumbre hacer estos días, se había encapotado un poco más de
la cuenta al filo de las 10:45. Exactamente, a las 10:58 de la mañana fue
produciéndose el apagón, casi con la rapidez con que en un cine nos dejan a
oscuras para comenzar la proyección de una película. A las 10:59, era ya de
noche cerrada. Pero tan de noche como a las doce o a la una de la madrugada. No
había en las calles otra luz que la trasparentada por los comercios, oficinas y
casas particulares, pues el alumbrado público no había encendido todavía sus
focos. Los coches circulaban todos con los faros de carretera, pues ni las
luces de población bastaban en aquel trance, al que acompaña la circunstancia
de nevar bastante fuerte.
El fenómeno de la noche cerrada duró desde las 10:59 hasta las
11:08, exactamente nueve minutos de duración, por la falta total de luz como de
crepúsculo; pero, esto es lo raro, en dirección Norte-Nordeste. E iba
lentamente amaneciendo y restableciendo la tranquilidad en todo el mundo. Quedó
la luz a las 11:13 en un día gris y muy cerrado. Los comentarios fueron de
todos los tipos. Desde el orden apocalíptico y catastrófico, hasta el
decididamente humorístico.
Según
referencias -lo consignado anteriormente lo presenciamos nosotros mismos- a las
ocho de la mañana se produjo un fenómeno igual al descrito. Pero por lo
prematuro de la hora, apenas impresionó, confundiéndolo, los pocos que madrugan
estos días, con un simple retraso del amanecer.
Lo que
presenciaron todos los santanderinos fue la repetición del fenómeno entre las
11:30 y las 11:38 del mediodía. Pero esta vez la oscuridad -muy cerrada- no
llegó a ser total e intensa como la producida entre las 10:59 y las 11:08.
Quisimos
encontrar una explicación autorizada y llamamos al Observatorio. El teléfono
señalaba ocupado. Era natural. La ansiedad de muchas gentes las llevaba a la
mejor fuente de información. Por fin pudimos ponernos al habla con el director
del Observatorio Meteorológico, el Sr Endériz. Dicho señor nos explicó el
fenómeno desde el punto de vista científico y técnico.
-
No ha ocurrido nada
anormal.
-
¿Qué nos dice usted?
Mire: en cuarenta y tres años no he conocido fenómeno parecido ni análogo.
-
Ni yo tampoco. Pero no
es anormal. Mire usted, en nuestras claves corrientes y previstas para dar
cuenta de los fenómenos, tenemos una que indica éste. De forma que usted ve que
está perfectamente prevista esta anormalidad.
-
Y… ¿qué es lo que ha
ocurrido?
-
Pues, hombre, que ha
sido tal la cantidad de nubes acumulada y tan densas, integradas además por
cristales de nieve en diversas y caprichosas posiciones, que no dejan pasar
absolutamente nada de luz del sol. Y entonces ya ve usted la oscuridad que se
ha producido.
-
¿Tiene usted noticias de
haber sido el fenómeno general en otras provincias o regiones?
-
No señor. Lo lógico es
que la zona afectada sea pequeña. Aquélla cuyo techo está integrado por la nube
o nubes culpables. Nosotros no tenemos referencia de que se haya producido en
otros lugares. Lo que sí es probable la repetición sucesiva en otras zonas a
medida que avanzan las nubes.
Al
marcharnos, curioseamos el parte de previsión del tiempo, que señalaba un
franco empeoramiento por reducción acusada de la pequeña área de alta presión.
Es decir, que parece que vamos hacia días más crudos y desagradables.”
Más tarde, me interesó saber si la prensa nacional había informado sobre
dicho fenómeno, y en la hemeroteca virtual del diario madrileño ABC encontré esta crónica en el interior
del periódico de fecha 11
de marzo de 1955:
“Ayer
mañana, una inmensa nube negra sumió en la oscuridad a la ciudad
{Crónica telefónica de nuestro
corresponsal)
Llevamos cuatro días de nevadas. Por teléfono
están aislados numerosos pueblos de la provincia, y todas las estaciones de la
línea de la Renfe con la estación de Santander. Por esta causa las órdenes y
noticias acerca de la situación de la vía férrea se transmiten con mucha
dificultad.
Por otra parte, la nieve ha puesto un serio
obstáculo al paso de los trenes. El de Santander-Madrid ha estado detenido un
día en Bárcena de Pie de Concha, y el de Madrid-Santander otras veinticuatro
horas en Alar del Rey.
En la capital ha dejado de nevar esta tarde
después de una mañana muy fría, en la que el termómetro ha descendido a tres
grados sobre cero. Hacia las once de la mañana ocurrió un caso singular que
asustó a las pocas personas que transitaban por la calle. Una nube inmensa, de
kilómetros y kilómetros, enteramente negra, trajo la oscuridad absoluta a la
ciudad, como si se tratara de un eclipse total de sol. Los pájaros, alocados,
buscaron apresuradamente sus refugios y fueron encendidas las luces del
alumbrado, de los automóviles y trolebuses y de los escaparates de las tiendas.
En Torrelavega se dejaron sentir a media
mañana los mismos efectos que se habían registrado en Santander como
consecuencia de la presencia de una extensa nube que dejó a oscuras la
población.
Al parecer, se trataba de una nube cargada de
hielo, a tres mil metros de altura, que interceptaba el paso a la luz solar. El
fenómeno duró desde las once menos siete minutos hasta las once y diez, y en
seguida comenzó a nevar.
Estaba en la bajamar la bahía, con un
coeficiente de 97, lo que dejaba al descubierto grandes extensiones de arena,
que de dorada se transformó en blanca, surgiendo como pequeños islotes nevados
entre la inmensidad del agua, donde se cernían las gaviotas, que gustan de
estas brusquedades del temporal.
Entraron de arribada numerosos barquitos de
cabotaje que habían salido por la noche de puertos de Vizcaya y de Asturias y
que no podían seguir la navegación a causa del fuerte viento Noroeste.
Por fortuna, la tarde ha transcurrido en calma
y la nieve cesó de caer. Aunque no hemos podido hablar con Reinosa, por estar
incomunicada con Santander, se nos asegura que la nieve alcanza allí cerca de
noventa centímetros y que ha llegado el tren de Madrid que estaba en Alar. El
que también estaba detenido en Bárcena ha salido para la capital de España. - Ezequiel
Cuevas”
En
aquella época, los estudiantes disfrutábamos de vacaciones escolares los jueves
por la tarde. Como el tiempo se había serenado, mis amigos y yo, seguramente,
nos fuimos al cine en sesión doble como era nuestra costumbre: a las cuatro y
media, a una sala comercial, y a las siete y media, a los Kostkas o al Colegio.
Hasta donde no llego es a recordar qué películas vi aquel día, aunque francamente,
creo que a nadie le importe…
Curiosamente,
el mismo fenómeno y casi a la misma hora se repitió el martes 24 de junio de
2003.
Fermín Madrazo Revilla
Septiembre de 2018