domingo, 23 de septiembre de 2018

El día que se hizo noche cerrada a media mañana

23 SEPTIEMBRE 2018

Nuestro asociado Fermín Madrazo nos remite un artículo en el que recuerda un hecho acaecido en el tiempo de sus estudios escolares en La Salle. Por lo curioso y singular que resulta, lo publicamos en este blog para conocimiento de todos y de paso para refrescarnos la memoria. Muchas gracias Fermín por tu colaboración al blog.




EL DÍA QUE SE HIZO NOCHE CERRADA A MEDIA MAÑANA


Cuando yo era adolescente viví en Santander un fenómeno meteorológico que nunca se me ha olvidado. Al comentarlo con familiares y amigos, también ellos lo recuerdan perfectamente. Un día de invierno, a media mañana, se hizo noche cerrada. Sé que estaba en el colegio, pero ignoraba la fecha en que ocurrió.

Así que, como por mi formación académica y mi vida profesional, sigo el lema de “frente a las opiniones, datos”, me puse a buscar éstos. No fue fácil, pero al cabo de un tiempo encontré un boletín del Instituto Nacional de Meteorología, cuyo texto transcribo a continuación:

        10 de marzo de 1955
  A principios de marzo, Cantabria sufre un intenso temporal de nieve que deja la provincia aislada del resto del país, con las comunicaciones interrumpidas por carretera, trenes atascados por la nieve en la zona de Mataporquera, servicios colapsados en Campóo, donde en Reinosa la nieve supera el metro de espesor, y con una situación parecida en la zona occidental, Polaciones, Liébana, etc.

  En Santander nieva durante cuatro días seguidos entre el siete y el diez de marzo, cuajando la nieve y permaneciendo sobre el suelo de la capital durante esos cuatro días. Este último día se produce el extraño fenómeno de un oscurecimiento casi total de la luz del sol durante la mañana y que dura varios minutos, provocando la alarma entre los vecinos. Las tormentas que descargan sobre la ciudad hacen que el sol se oscurezca; así, a las once menos dos minutos, se ensombrece repentinamente el cielo y se hace noche cerrada. La oscuridad persiste hasta las once y ocho minutos. A las once y media se reproduce otra vez el fenómeno durante unos quince minutos. Mientras tanto, nieva y graniza sin interrupción, la ciudad está colapsada al igual que toda la provincia, que sufre desde el domingo día seis un gran temporal de nieve.

  También se producen eclipses de sol en una amplia zona de la costa e incluso el interior de la región (Santoña, Comillas, Torrelavega, Cabezón de la Sal...)”

Así que, en efecto, el fenómeno meteorológico ocurrió y se produjo el jueves 10 de marzo de 1955. Yo tenía entonces doce años y estudiaba tercer curso de bachillerato en el Colegio La Salle de Santander.

Para comprobar si la prensa local había informado del hecho, acudí a la hemeroteca municipal y pedí los periódicos del día 11 de marzo de aquel año. Y tanto El Diario Montañés como Alerta publicaban la noticia, con grandes titulares, en primera página.

TITULAR DE ALERTA (11 DE MARZO DE 1955)
       
        Un extrañísimo fenómeno meteorológico en Santander
Tres cuartos de hora del mediodía de ayer de noche cerrada en nuestra ciudad y parte de la provincia
        Según el parte meteorológico continuará hoy la misma invasión de aire frío en el Norte





TITULAR DE EL DIARIO MONTAÑÉS (11 DE MARZO DE 1955)
       
        Noche cerrada a mediodía y crepúsculo casi toda la mañana
Densas nubes, con cristales de nieve, produjeron los efectos de un eclipse total, por tres veces, durante el día de ayer
        Así nos explica el fenómeno el director del Observatorio Meteorológico

La información de El Diario Montañés era la siguiente:

  “Todos se hacen la misma pregunta. ¿Qué ha ocurrido? La ciudad, ayer por la mañana, vivía, con curiosidad, impaciencia y hasta con miedo, ante los fenómenos que iban ocurriendo. Los comentarios fueron de todos los gustos. Desde el mercado de abastos a la oficina, a la fábrica o al comercio, rodaba idéntica preocupación: ¿Qué ocurre? ¿Qué va a suceder?

  A tono con la cultura de las gentes, llovían las explicaciones. Había quienes achacaban lo que ocurría a la presencia en nuestro cielo de una masa radioactiva arrastrada por el temporal desde algún lugar de experimentación de bombas nucleares. Pero casi todo el mundo coincidía en que era la primera vez que se veía un acontecimiento de esta clase. ¡No hay anunciado ningún eclipse de sol, ni total ni parcial! comentaba la gente.

  Noche cerrada al mediodía. El caso fue que el cielo, enfundado en sus grises bufandas, como previniéndose contra el frío según tiene por costumbre hacer estos días, se había encapotado un poco más de la cuenta al filo de las 10:45. Exactamente, a las 10:58 de la mañana fue produciéndose el apagón, casi con la rapidez con que en un cine nos dejan a oscuras para comenzar la proyección de una película. A las 10:59, era ya de noche cerrada. Pero tan de noche como a las doce o a la una de la madrugada. No había en las calles otra luz que la trasparentada por los comercios, oficinas y casas particulares, pues el alumbrado público no había encendido todavía sus focos. Los coches circulaban todos con los faros de carretera, pues ni las luces de población bastaban en aquel trance, al que acompaña la circunstancia de nevar bastante fuerte.
  El fenómeno de la noche cerrada duró desde las 10:59 hasta las 11:08, exactamente nueve minutos de duración, por la falta total de luz como de crepúsculo; pero, esto es lo raro, en dirección Norte-Nordeste. E iba lentamente amaneciendo y restableciendo la tranquilidad en todo el mundo. Quedó la luz a las 11:13 en un día gris y muy cerrado. Los comentarios fueron de todos los tipos. Desde el orden apocalíptico y catastrófico, hasta el decididamente humorístico.

  Según referencias -lo consignado anteriormente lo presenciamos nosotros mismos- a las ocho de la mañana se produjo un fenómeno igual al descrito. Pero por lo prematuro de la hora, apenas impresionó, confundiéndolo, los pocos que madrugan estos días, con un simple retraso del amanecer.
  Lo que presenciaron todos los santanderinos fue la repetición del fenómeno entre las 11:30 y las 11:38 del mediodía. Pero esta vez la oscuridad -muy cerrada- no llegó a ser total e intensa como la producida entre las 10:59 y las 11:08.

   Quisimos encontrar una explicación autorizada y llamamos al Observatorio. El teléfono señalaba ocupado. Era natural. La ansiedad de muchas gentes las llevaba a la mejor fuente de información. Por fin pudimos ponernos al habla con el director del Observatorio Meteorológico, el Sr Endériz. Dicho señor nos explicó el fenómeno desde el punto de vista científico y técnico.

-        No ha ocurrido nada anormal.
-        ¿Qué nos dice usted? Mire: en cuarenta y tres años no he conocido fenómeno parecido ni análogo.
-        Ni yo tampoco. Pero no es anormal. Mire usted, en nuestras claves corrientes y previstas para dar cuenta de los fenómenos, tenemos una que indica éste. De forma que usted ve que está perfectamente prevista esta anormalidad.
-        Y… ¿qué es lo que ha ocurrido?
-        Pues, hombre, que ha sido tal la cantidad de nubes acumulada y tan densas, integradas además por cristales de nieve en diversas y caprichosas posiciones, que no dejan pasar absolutamente nada de luz del sol. Y entonces ya ve usted la oscuridad que se ha producido.
-        ¿Tiene usted noticias de haber sido el fenómeno general en otras provincias o regiones?
-        No señor. Lo lógico es que la zona afectada sea pequeña. Aquélla cuyo techo está integrado por la nube o nubes culpables. Nosotros no tenemos referencia de que se haya producido en otros lugares. Lo que sí es probable la repetición sucesiva en otras zonas a medida que avanzan las nubes.

  Al marcharnos, curioseamos el parte de previsión del tiempo, que señalaba un franco empeoramiento por reducción acusada de la pequeña área de alta presión. Es decir, que parece que vamos hacia días más crudos y desagradables.”

Más tarde, me interesó saber si la prensa nacional había informado sobre dicho fenómeno, y en la hemeroteca virtual del diario madrileño ABC encontré esta crónica en el interior del periódico de fecha 11 de marzo de 1955:

        “Ayer mañana, una inmensa nube negra sumió en la oscuridad a la ciudad
        {Crónica telefónica de nuestro corresponsal)

  Llevamos cuatro días de nevadas. Por teléfono están aislados numerosos pueblos de la provincia, y todas las estaciones de la línea de la Renfe con la estación de Santander. Por esta causa las órdenes y noticias acerca de la situación de la vía férrea se transmiten con mucha dificultad.

  Por otra parte, la nieve ha puesto un serio obstáculo al paso de los trenes. El de Santander-Madrid ha estado detenido un día en Bárcena de Pie de Concha, y el de Madrid-Santander otras veinticuatro horas en Alar del Rey.

  En la capital ha dejado de nevar esta tarde después de una mañana muy fría, en la que el termómetro ha descendido a tres grados sobre cero. Hacia las once de la mañana ocurrió un caso singular que asustó a las pocas personas que transitaban por la calle. Una nube inmensa, de kilómetros y kilómetros, enteramente negra, trajo la oscuridad absoluta a la ciudad, como si se tratara de un eclipse total de sol. Los pájaros, alocados, buscaron apresuradamente sus refugios y fueron encendidas las luces del alumbrado, de los automóviles y trolebuses y de los escaparates de las tiendas.

  En Torrelavega se dejaron sentir a media mañana los mismos efectos que se habían registrado en Santander como consecuencia de la presencia de una extensa nube que dejó a oscuras la población.
  Al parecer, se trataba de una nube cargada de hielo, a tres mil metros de altura, que interceptaba el paso a la luz solar. El fenómeno duró desde las once menos siete minutos hasta las once y diez, y en seguida comenzó a nevar.

  Estaba en la bajamar la bahía, con un coeficiente de 97, lo que dejaba al descubierto grandes extensiones de arena, que de dorada se transformó en blanca, surgiendo como pequeños islotes nevados entre la inmensidad del agua, donde se cernían las gaviotas, que gustan de estas brusquedades del temporal.

  Entraron de arribada numerosos barquitos de cabotaje que habían salido por la noche de puertos de Vizcaya y de Asturias y que no podían seguir la navegación a causa del fuerte viento Noroeste.

  Por fortuna, la tarde ha transcurrido en calma y la nieve cesó de caer. Aunque no hemos podido hablar con Reinosa, por estar incomunicada con Santander, se nos asegura que la nieve alcanza allí cerca de noventa centímetros y que ha llegado el tren de Madrid que estaba en Alar. El que también estaba detenido en Bárcena ha salido para la capital de España. - Ezequiel Cuevas”


En aquella época, los estudiantes disfrutábamos de vacaciones escolares los jueves por la tarde. Como el tiempo se había serenado, mis amigos y yo, seguramente, nos fuimos al cine en sesión doble como era nuestra costumbre: a las cuatro y media, a una sala comercial, y a las siete y media, a los Kostkas o al Colegio. Hasta donde no llego es a recordar qué películas vi aquel día, aunque francamente, creo que a nadie le importe…

Curiosamente, el mismo fenómeno y casi a la misma hora se repitió el martes 24 de junio de 2003.




Fermín Madrazo Revilla
Septiembre de 2018